Hay diferentes criterios para medir las posibilidades de rentabilidad o ganancia sobre una inversión. Cuando se realiza la primera inversión lo primero es la tranquilidad de no perder el dinero y el estar pendiente de obtener un beneficio inmediato. Luego se percibe la posibilidad de un negocio de rentabilidad permanente, e intuitivamente ya se proyectan expectativas propias de un inversor experimentado sobre la base de una confianza reforzada por los hechos. Allí el miedo a perder y la ansiedad por un rendimiento rápido son cosa del pasado y la meta principal consiste en ganar sobre lo amortizado, es decir lo que se gana sobre la base de haber recuperado la cantidad inicial invertida.

Por caso, e integrando estos criterios sobre una misma cantidad de dinero: invertir €1000, no perder ese capital y ver alguna ganancia por un lado ya conforma a quien vive su primera experiencia; y esos mismos €1000 a partir de cambiar el criterio de ganancia deben rendir más del doble, de manera que esa cantidad inicial no se toque y pase a ser generadora de rendimiento y no algo que uno esté pendiente de retirar lo antes posible. En este último caso la paciencia apoyada en la dedicación y el conocimiento reacomodan todas las variables emocionales de la primera experiencia, y una vez que este mecanismo está afirmado la intención es que esa cantidad inicial generadora de dinero sea cada vez mayor y –nuevamente- que “nunca se toque” porque significaría abandonar el negocio para siempre o verse obligado a recomenzar.

La propuesta del título puede comenzar a responderse desde este momento, una vez que esa libertad emocional fundamental sumada al entendimiento del negocio van de la mano, y cuando en vez de ganancia en realidad se piensa en crecer y se vive el mundo de la inversión como el crecimiento desde una raíz profunda.

A partir de allí pueden plantearse cifras y porcentajes promedio. Un intermediario o broker gana hasta un 3% anual promedio y por más que resulte un número bajo el inversor profesional lo traduce en grandes cantidades. Porque aquellas inversiones iniciales que no se retiran, nunca dejan de crecer y siempre producen, y de ese modo pueden alcanzar sumas millonarias.

Pero ahora la propuesta pasa por acercar ahorristas que buscan una renta permanente, tranquilidad y al mismo tiempo no trabajar ni estar pendientes de hacer que su dinero trabaje. De eso trata TURBO, de intermediar entre ahorristas inversores y el mercado financiero desde la transparencia, la experiencia y la legalidad, asegurando un promedio de operaciones favorables con un beneficio mayor cuanto mayor sean el plazo y la cantidad invertida. El usuario simplemente consulta el resultado de sus movimientos vía online y va decidiendo qué hacer con su dinero a medida que este crece: si reinvertirlo, retirar sus beneficios u optar por retirarse del negocio.

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